Este fin de semana fue intenso. Ayer sábado no pude publicar porque competí y después tuve que viajar, pero hoy quiero dejar una reflexión sobre el torneo. La verdad es que fue un torneo increíble. Estoy muy contento con mis resultados. Y al mismo tiempo, como me pasa siempre, aparecen esas pequeñas cosas que me muestran dónde puedo seguir mejorando. Esa mezcla de satisfacción y hambre es lo que me hace querer volver al agua para seguir construyendo. En el 50 libre, lo nadé tres veces: la eliminatoria y dos tomas de tiempo. La segunda toma fue mi mejor marca personal, y sentí que estoy empezando a aprender cómo nadar la carrera de verdad: con brazos más extendidos, mejor agarre, más conexión con el agua. Me gustó cómo se sintió. Ese 21 está cada vez más cerca. El 100 mariposa también fue muy positivo. Volví a nadar en 52 segundos, 52 bajo, y eso para mí es un gran paso después de este tiempo. Lo interesante fue el análisis: pensé que me había quedado sin fuerza en los últimos 10 metros, pero no. La diferencia —esas 40 centésimas— vino del subacuático de la vuelta. Es mejor que sea eso y no “haber muerto” al final. Son detalles corregibles y eso me deja tranquilo y motivado. El 50 mariposa fue la que me dejó un sabor un poco más amargo. A la mañana quedé a 2 centésimas de mi mejor marca personal y récord argentino, y a la tarde subí 3 centésimas. En ambas carreras el rompimiento de la superficie quedó un poco profundo. Esa sensación de que, si hubiera salido mejor, la marca también hubiera sido mejor. Pero este proceso también es aprender a aceptar cuando las cosas no salen exactamente como uno quiere… y aun así reconocer que el progreso está. 🔍 Lo que viene: paredes, vueltas y subacuáticos En todas mis carreras me estoy sintiendo bien nadando en superficie. La velocidad está, la técnica está, y se nota en cómo avanzo. Pero la gran diferencia no está solo en nadar… está en las paredes, las largadas y los subacuáticos. Mis subacuáticos hoy no están siendo buenos, y parte de eso viene de mi movilidad.

Durante muchos años pensé que mejorar mi técnica dependía solo de “esforzarme más”. Me grababa, repetía el mismo movimiento una y otra vez, y cuando no me salía… me frustraba. Sentía que si no mejoraba rápido, era porque estaba haciendo algo mal. Con el tiempo entendí algo que nunca me habían explicado: la técnica no mejora por fuerza, mejora por claridad. No es cuestión de empujar más fuerte, ni de hacerlo 100 veces hasta que salga. Es cuestión de entender qué querés sentir, darle tiempo al cuerpo, y permitir que ese movimiento nuevo se acomode. Hoy lo veo claro en mis entrenamientos y cuando enseño: Los cambios técnicos grandes llegan cuando combinás tres cosas: - una imagen clara de lo que querés lograr, - paciencia para repetirlo sin ansiedad, - y atención para notar las sensaciones correctas. 🔥 Mensaje de hoy: Si algo no te sale todavía, no significa que no puedas hacerlo. Significa que tu cuerpo está aprendiendo.Y aprender lleva tiempo. 💬 ¿Qué detalle técnico te está costando dominar hoy?