La virtud de la paciencia
Hoy me tocó practicar, a la fuerza, la virtud de la paciencia. Tenía dos deals importantes casi en cierre: uno de videojuegos y otro de bienes raíces. Los dos estaban muy avanzados y agendados para hoy. Al final, no se cayeron, pero se movieron: el game related se reagendó y el de bienes raíces tendrá que esperar un poco más. No es mucho tiempo, pero igual aparece ese pensamiento de: “ya quiero que sea”. Y sí, ¿a quién le gusta esperar? Pero justo ahí me cayó el veinte: la clave está en saber ser paciente. Estos retrasos también son parte del proceso. Cuando los ves desde otro ángulo, la espera deja de sentirse como pérdida de tiempo y se convierte en espacio para pensar mejor. En el caso de bienes raíces, el tiempo extra me permitió analizar más a fondo la situación de mi cliente. Estaba a nada de apartar una propiedad, pero una simple pregunta sobre su cuenta Infonavit destapó varios imprevistos. Gracias a esta pausa, ahora puedo resolverlos con calma antes de que se conviertan en un problema grande a futuro. Y en el deal de videojuegos, ese tiempo adicional me va a servir para afinar mis números. Ya tenía algo armado, pero traía ciertas dudas; ahora puedo revisarlo con más claridad y seguridad. Tal vez no es una revelación profunda, pero sí una lección sencilla: cuando recontextualizas la espera, la paciencia deja de ser solo “aguantarse” y se vuelve una herramienta para tomar mejores decisiones y avanzar con más conciencia.