Dios no se olvida de nadie. Él mira a los que están en lo más bajo, a los que sienten que no tienen fuerzas, a los que piensan que su historia terminó… y los levanta. Su poder se manifiesta justamente donde hay necesidad. Dios no solo te saca del lugar de dolor, sino que te dignifica, te restaura y te pone en un lugar mejor del que estabas. Este Dios que habita en las alturas también se acerca a tu polvo, a tu muladar, a tus momentos más difíciles. Él te ve, Él te oye, y Él te levanta.