(Hebreos 5:7) “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” Este versículo muestra la humanidad de Jesús. Durante su vida en la tierra (“los días de su carne”), Jesús oró con profunda angustia y sinceridad a Dios, especialmente antes de su crucifixión (como en Getsemaní). Su oración fue escuchada, no porque evitara la muerte, sino porque se sometió con obediencia y reverencia al plan de Dios. Muestra que su sufrimiento fue real, pero también que su fe y obediencia fueron perfectas. Ore para que Dios le unja para interceder en el Espíritu con llanto. Aleluya. (Joel 2:12) -Yiye Ávila, La ciencia de la oración