El publicano llegó delante de Dios humillado. Vino con un corazón honesto pidiendo misericordia. Esa humildad es la que capta la atención de Dios. A veces el orgullo espiritual viene sin darnos cuenta, cuando pensamos que ya sabemos suficiente. Pero ese orgullo nos desconecta del crecimiento. Con Dios, nadie “ya llegó”. Él es profundo, eterno, infinito y tiene demasiado para seguir revelándote. La humillación del publicano no era vergüenza, ni hacerse menos, era reconocer su necesidad de Dios. Esa actitud es la que trae rompimiento, cuando tenemos un corazón que se rinde, que confiesa que necesita dirección, corrección y gracia nueva cada día. Pregúntate: ¿En qué área de mi vida espiritual necesito humillarme y volver a depender totalmente de Dios? Declara: “Hoy rompo con todo orgullo espiritual. Quiero un corazón sencillo, sensible y dispuesto. Enséñame, guíame y purifícame. Te necesito.” #PraisePrayMove #RompimientoMove #Humildad