Este versículo nos enseña que lo que miramos puede llenar nuestro interior de luz o de oscuridad. En otras palabras: lo que consumimos, ya sea lo que vemos, escuchamos o buscamos, impacta directamente nuestro corazón, nuestros pensamientos y nuestra adoración.
Si alimentamos nuestra vida con cosas que agradan a Dios (Su Palabra, adoración, conversaciones sanas, contenido que edifica), nuestro ser se llena de luz, y esa luz refleja a Cristo en todo lo que hacemos. Pero si nos dejamos llenar de lo que contamina (pecado, distracciones, contenido vacío), la oscuridad toma lugar y poco a poco apaga el fuego espiritual.
La adoración también es un filtro: cuando decidimos consumir lo que glorifica a Dios, le estamos diciendo “quiero que mi vida sea luz”. Por eso, cada decisión cuenta: lo que escuchas, lo que miras, lo que hablas y hasta lo que compartes con otros es una semilla que va moldeando tu interior.
Pregúntale hoy:
“Abba, ¿puedes ayudarme a elegir lo que alimenta mi espíritu y desechar lo que trae oscuridad?”
Decláralo con fe:
“Hoy decido llenar mis ojos de luz, porque quiero que mi corazón y mi vida entera reflejen la gloria de Dios.”
#RetoPraize
#OjosDeLuz
#PraisePrayMove