Inicié la lista de reparación y remodelación de mi casa. Hay actividades de reparaciones menores, intermedias y de remodelación completa. Mi casa es un espacio que desde hace muchos años no me gusta para mi, ni para tener visitas. Me da vergüenza. A ese nivel. Hace poco entendí que así como he invertido en mi para mejorar a nivel emocional, espiritual, físico, etc. entendí que mi casa es un espacio en donde —ahora sí— quiero invertir para convertirla en la medida de lo posible en un lugar donde me guste estar y compartir. Quiero sentir: “quiero llegar a mi casa porque me gusta”, “quiero invitarte a mi casa por un café”, “claro que puedes pasar un momento”, “claro que nos podemos ver en mi casa cuando quieras”, “sube, acá te cambias y salimos.” Es una tarea que anteriormente veía muy tediosa porque es algo que aún veo lejos de lograr. La diferencia es que ahora siento la motivación tras entender que hay que invertir para mejorar. Siendo yo arquitecto, probablemente pensarías que demoré un poco en entender el concepto de esta intención. Aún así, nunca es tarde para el develop. Además de la carga energética que significa, servirá también como contenido para mi empresa de diseño y ejecución de proyectos de construcción. La meta a cortísimo plazo es identificar qué es crítico para poder invitar gente sin pena y sin que signifique meses de inversión. Pronto, proyectico, contenido, cotización inicial y planificación. Seguimos.

1. El silencio interior. Es el silencio del alma, un espacio sagrado donde cesan las voces del parloteo mental (juicios, miedos, reproches) para poder escuchar la voz del Espíritu que habita en ti. 2. La renuncia a los juicios. Soltar el hábito de juzgar a otros, a uno mismo o a las circunstancias, ya que el juicio es una “toxina” que mantiene el alma en constante tensión. La compasión es su antídoto. 3. La gratitud consciente. Entrenar la mirada del alma para ver los dones ocultos y reconocer que “todo es gracia”. Esto desintoxica la mente del veneno de la queja y el enfoque constante en la carencia. 4. La contemplación de la belleza. Detenerse y mirar con asombro la belleza de Dios reflejada en la creación, lo cual saca la mente de la utilidad y la prisa, conectándola con el presente eterno. 5. La aceptación amorosa del presente. Reconocer lo que es, sin negarlo ni huir, para encontrarse con Dios en el “ahora”. Implica decir “sí” a Dios en todas las cosas, soltando la ansiedad por el futuro y el rumiar el pasado. 6. El desapego de los resultados. Realizar las acciones “solo por amor” y no por recompensa, reconocimiento o éxito. Al soltar la esclavitud de los frutos, se recupera la paz y la alegría del servicio. 7. La purificación de las imágenes mentales. Ser guardián de los sentidos y elegir qué imágenes se permiten entrar en el alma. Se aconseja un “ayuno de imágenes tóxicas” (violencia, miedo) y llenar la vista con belleza sagrada que eleva el espíritu. 8. La palabra medida y veraz. Gobernar la lengua para hablar poco y bien, diciendo solo lo necesario, lo verdadero y lo amoroso. Esto purifica la mente de la inquietud que provoca la murmuración y la palabra imprudente. 9. El perdón que libera. Perdonar no porque el otro lo merezca, sino porque el alma necesita sanar y liberarse de la cadena del resentimiento y el odio. Esto incluye perdonarse a uno mismo de la culpa constante. 10. La oración del corazón. Es el fundamento de todas las demás prácticas, que consiste en el “trato de amistad” íntimo y sencillo con Dios. Conecta la mente con su fuente y le recuerda que ha sido creada para la unión con Él. 11. https://juliosanojarial.wordpress.com/2025/12/02/diez-ejercicios-espirituales-de-teresa-de-avila/