A veces emprender se vuelve demasiado serio… hasta que jugamos.
En el último mastermind, salió esa carta que hablaba de “jugar”, y me quedó resonando. Si algo me dio este grupo, además de ideas, colaboraciones y oportunidades, fue volver a jugar. Y cuando jugás, pasan cosas que no ves venir. Por haber jugado acá, abierta a experimentar y probar sin tanta vuelta, se dieron colaboraciones hermosas. Con 𝗧𝗮𝗻𝗶𝗮 𝗕𝗲𝗻𝗮𝗶𝗴𝗲𝘀 , por ejemplo, armando ese taller para ayudar a organizarse mejor y multiplicar resultados con la IA. El apoyo que pude darle a 𝗡𝗮𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮 𝗗𝗶 𝗣𝗶𝗮𝘇𝘇𝗮 𝗨𝗺𝗯𝗶𝗱𝗲𝘀 con la web de Lectolúdica y con la visión de su futura academia online. O el proceso tan potente de acompañar a 𝗠𝗮𝗹𝘂 𝗔𝗿𝗿𝗮𝘁𝗶𝗯𝗲𝗹 en la reestructuración de su web y sus textos, que está a un paso de ver la luz. Todo eso nació de jugar. De decir “a ver qué pasa si cuento esto”, “a ver qué sale si nos juntamos”, “a ver si probamos esta idea aunque no esté perfecta”. Y, además, está todo lo que me llevo cada vez que nos encontramos —en un networking, en una mentoría, en un intercambio espontáneo en Skool. No es solo conocimiento. Es visión. Es perspectiva. Es ese empujón que necesitás cuando venís media trabada. Es la validación que te ordena la cabeza. Es esa frase que te acomoda el día. Es ver a otra emprendedora brillar y pensar “ok, es posible”. Para las que emigramos, este espacio tiene un plus. No solo nos sirve para crecer profesionalmente: también nos da una sensación de pertenencia un sitio donde se comparten dudas, decisiones, tropiezos y avances con otras que entienden el camino. Cuando jugamos, bajamos la guardia. Nos permitimos probar, equivocarnos, improvisar, ser curiosas, pedir ayuda. Y en esa energía aparecen conexiones reales. Aparecen oportunidades que, si nos quedáramos en el modo “todo perfecto, todo serio, todo estratégico”, quizá nunca se abrirían. En este grupo aprendí que el juego no es pérdida de tiempo: es una forma de abrir puertas. Es una forma de descubrir lo que todavía no sabías que sabías. Es una forma de crear negocio desde un lugar más liviano, más humano, más colaborativo.