En el básquet formativo, el aprendizaje nace de la confianza, no de la presión.
Un niño motivado se atreve a intentar; un niño presionado juega con miedo.
Nuestro rol es corregir la acción, no al jugador. El error no debe castigarse, debe guiarse.
Aquí usamos palabras que guíen a la acción que queremos llegar
Realiza ejercicios planeados, con objetivos y delimita un tiempo para observar sus resultados.
Cuando reforzamos la intención y ajustamos la ejecución, el jugador mantiene la confianza y sigue aprendiendo.
Permitir que los niños decidan; tirar, pasar, atacar, desarrolla criterio y juego real.
La confianza nace de decidir, y solo quien decide puede mejorar.
Entrenar así forma jugadores que piensan, no que se esconden.
Y no olvides planear tus entrenamientos