Quiero hacer la continuidad del post “sin eyacular”, porque hoy se cumplieron 28 días sin hacerlo… hasta hoy.
Y la verdad, hoy disfruté de mi sexualidad desde un lugar completamente distinto. Fue expansión total.
Fue mirar a los ojos a esa persona y poder abrirme de manera auténtica y presente, sintiendo cada parte de mí sin prisa y sin culpa.
También siento que este ejercicio me mostró que responsabilizarme de mi placer es clave para mi crecimiento, entenderlo, honrarlo y vivirlo desde la conciencia, no desde el impulso. Hoy entendí que no se trata de aguantar, reprimir o demostrar nada. Se trata de elegirme, de conocer mis límites, de sentir mi cuerpo sin miedo y de reconocer que el placer también es un camino espiritual cuando nace desde la presencia.
Estos 28 días no fueron una prueba de fuerza, fueron una puerta, una puerta a escucharme mejor, a conectar con lo que realmente deseo y a permitir que mi energía se exprese sin culpa.
Y hoy, al soltar, sentí que no perdí nada… al contrario, gané una versión de mí más consciente, más honesta y más libre. Hoy después del reto