Se espera que la tendencia de compra de oro por parte de los bancos centrales continúe. Varios bancos centrales ya han declarado que consideran el oro como un activo estratégico de reserva frente a la hegemonía del dólar y a los riesgos geofinancieros, lo que proporciona un sólido soporte de base para el precio del oro. A diferencia de ciclos anteriores impulsados únicamente por la emoción del mercado, esta fase de subida presenta características más estructurales.
A corto plazo, no faltan desafíos. Si la Reserva Federal emite señales de endurecimiento antes de su reunión de septiembre, o si los datos de inflación repuntan, el mercado podría corregir sus expectativas de recorte de tipos, lo que provocaría volatilidad en el precio del oro. Además, si se producen señales de distensión en las tensiones comerciales, la demanda de activos refugio podría debilitarse.
El oro se encuentra en el punto de convergencia entre el entorno macroeconómico y una demanda estructural sólida. La debilidad del empleo, el giro de la política monetaria, el sentimiento de aversión al riesgo y las compras de los bancos centrales son los pilares fundamentales de la lógica alcista del oro. Aunque puedan surgir correcciones técnicas y fluctuaciones emocionales en el camino, el comportamiento del oro a medio y largo plazo sigue siendo prometedor y probablemente seguirá siendo objeto de gran atención por parte de los inversores globales en los próximos tiempos.