👉 “Los niños que nunca fueron corregidos por sus padres… fueron corregidos por la vida.”
Hay un experimento que siguió durante 30 años a un grupo de personas que, durante su infancia, nunca fueron corregidas, regañadas o desafiadas por sus padres.
La intención de los papás fue buena: querían darles libertad, no hacerlos sentir mal, no “traumarlos”.
Pero el resultado fue otro.
📉 La mayoría de esos niños, ya adultos, tenían más ansiedad, baja tolerancia a la frustración, dificultad para sostener relaciones, poca disciplina y menor éxito profesional.
¿Por qué?
Porque cuando a un niño nunca se le dice que está mal, que necesita corregir, que algo no es aceptable… el mundo real se encarga de hacerlo.
Y ahí ya no hay amor, paciencia ni cuidado.
💡 Corregir no es maltratar. Regañar con amor no es humillar.
Poner límites también es una forma de abrazar.
Ser papá no es solo dar cariño: es formar carácter.
Y eso incluye enseñar que no todo se puede, que hay consecuencias, y que equivocarse no es lo grave… lo grave es no aprender.
📌 ¿Tú cómo manejas la corrección en casa? ¿Te cuesta poner límites sin sentir culpa?
Los leo en los comentarios.