Hoy quiero incomodarte un poco, porque estoy convencido de algo: la mayoría de las personas que hoy están agotadas…no están cansadas por “lo que hacen”. Están cansadas por todo lo que sienten que deberían estar haciendo. ¿Te suena familiar?
Byung-Chul Han dice que nos volvimos animales de rendimiento, que “ser felices” se nos convirtió en un plan de acción y que ahí, justo ahí, perdimos la trama.
Estamos convencidos de que la felicidad es una consecuencia del movimiento:
→ si hago más→ si produzco más→ si optimizo mi vida→ si arreglo tal herida→ si medito suficiente,
entonces sí, entonces voy a estar bien.
Pero ¿cuándo fue que confundimos vitalidad con exhaustión (agotamiento extremo)?
Hannah Arendt defendía que el sentido de la vida está en actuar, que quien se queda quieto corre el riesgo de deslizarse a la banalidad del mal. Byung-Chu Han dice lo opuesto: que el acto más revolucionario de hoy es desobedecer esa compulsión de hacer, que lo verdaderamente transformador ahora no es actuar…sino no actuar.
Y yo no puedo dejar de pensar: ¿y si la vida que estás buscando ya está ahí cuando por fin dejas de empujarte? ¿Y si la apertura que esperas no necesita que hagas más…sino que dejes de exigirte tanto?
¿Y si el problema no es que no estás haciendo lo suficiente, sino que estás haciendo demasiado como para sentirte?
Esto puede resultar incómodo, pero quiero que lo leas lento: tal vez tu próximo salto no depende de nuevas acciones, sino de nuevas pausas.
Porque hay pausas que abren, hay silencios que revelan, hay inactividad que cura.
Y la felicidad, tal vez, no esté en la acción correcta…sino en no hincarte frente a la tiranía de la acción.
Quiero preguntarte algo directo, y quiero que me lo respondas: ¿Qué espacio vas a desocupar esta semana para dejar de “hacer” y permitirte simplemente “ser”?
Respóndeme esta pregunta con la primera frase honesta que te salga. Voy a leer cada respuesta.
Hernán (@coach.ernan)