Muchos fotógrafos, cuando un cliente les pregunta por el precio, caen en la trampa de responder de inmediato.
Y ahí está el error.
Porque informar no es vender.
Cuando respondes cada duda sin guiar la conversación, lo único que haces es asumir el rol de “informador del producto”. El cliente pregunta, tú respondes. Pregunta otra cosa, respondes otra vez. Y al final… se va con un “me lo pensaré”.
Has trabajado gratis.
El vendedor, en cambio, es quien lleva la dirección de la conversación.
No se trata de ocultar el precio, sino de usarlo con inteligencia: dar un rango amplio y devolver el control con una pregunta que te permita descubrir qué necesita realmente el cliente.
👇Ejemplo..
Mis servicios pueden ir desde los 100€ hasta los 3000€. Pero lo importante no es el número, sino entender qué estás buscando exactamente para ofrecerte algo a medida. Cuéntame, ¿qué es lo que necesitas?
De esta manera no pierdes autoridad, mantienes el control y sobre todo, conviertes la charla en una venta, no en una simple entrevista gratuita.