El sexo fácil se está cargando el sexo bueno.
En el paraíso soñado de los hombres de mi generación, nunca hemos tenido tan poco deseo sexual ni hemos estado tan insatisfechos con nuestra sexualidad. Dato: en USA, los parejas cristianas casadas tienen más sexo que la gente en Tinder. ¿Cómo puede ser? Pues porque la gente en Tinder tiene más variedad pero menos frecuencia sexual. En Japón, algo así como el 30% de hombres son vírgenes a los 30 años. Algo está cambiando en el sexo. Algo está yendo fundamentalmente mal. Algo huele a podrido en Dinamarca. La teoría evolutiva de Darwin - la reproducción del mejor adaptado - postula que el sexo es el motor del mundo. Después de 25 años atendiendo hombres con problemas sexuales, estoy de acuerdo. Parece que el motor que mueve el mundo está gripando. En muchos países occidentales la tasa de reprodución (niños nacidos por pareja) está bajo 2,2 (la tasa de reemplazo). En Japón cada vez hay más vírgenes. Una de las apps más descargadas es la de tu novio/novia virtual. La gente prefiere cada vez más no tener sexo, y apañarse por su lado. A mí me parece la elección de cada uno, pero desde luego llama la atención que una de las cosas que tuvieron que prohibir dos veces en los 10 mandamientos - por ser demasiado tentadora - se haya substituido por una app. Si cuando entré en la facultad en 1994 me hubieran propuesto a mí, o a cualquier hombre de mi generación, si prefería salir y conocer mujeres, o bajarme una app (entonces no existía ni internet, pero ya me entiendes), nos hubiéramos muerto de risa. ¿Pero cómo voy a preferir hablar con un WhatsApp bien prompteado que tener alguna chance de conocer una chica de verdad? Bueno, pues ese día ya ha llegado. Bajo mi punto de vista, el sexo fácil ha gripado el motor del sexo bueno. De ese sexo que -afortunadamente- te cuesta conseguir con esa persona que realmente te gusta. En lugar de eso, Instagram y YouPorn. Sexo poco deseado con una persona (o con una pantalla) poco deseada, que te deja más vacío aún de lo vacío que te deja.