Recuento 2025 - bienvenida 2026
Este año aprendí dos cosas. A la mala. Pero las aprendí. 1) La perfección es una cárcel. Yo siempre quise que todo saliera brutal. No “bueno”. Brutal. Y eso me volvió peligroso… no para otros, para mí. Porque cuando estás por terminar, aparece ese pensamiento elegante que mata proyectos: “Me falta algo. Podría ser más brutal. ”Y como siempre se puede mejorar, siempre hay una excusa para no cerrar.... Entonces te distraes. Empiezas otra cosa. Te convences de que estás “avanzando”… pero en verdad estás evitando el final. Asi quedaron programas hermosos a la deriva por muuuuchos días, y pese q fueron terminados (cuando entendí esta mierda), el nombre de LR y de Miguel se ensucia y eso cuesta sacarselo. Así que toma esto en cuenta, porque lo que me costó a mi, tiempo, familia, dinero y amor, a ti no tiene por que costarte... Este año entendí que el juego real es otro: no se trata de terminar perfecto. Se trata de lanzar versión uno y después mejorar con el mundo, con feedback, con roce real... La brutalidad no aparece en el aislamiento. Aparece en el campo de batalla, asi que si, ahí, a la mala, entendí too. Otra cosa que aprendí es algo mas profundo... 2) La paradoja del líder solitario es real. Mientras estás subiendo, todo se siente vivo: hay enemigos claros, metas cercanas, validación externa, cariños inventados, complicidades por fanatismo, etc... Pero cuando de verdad creces… cuando estás arriba… pasa algo raro: se apaga el teatro.... no porque hayas perdido valor, sino porque el entorno ya no mide tu nivel. Te vuelves más capaz, más grande, más intenso, mas adaptable, mas peligroso… y al mismo tiempo sientes que “no se ve” o peor aún, que nadie te ve o reconoce... y el obvio, si estás tan a la ctm, que no lo harán. Y ese vacío es peligroso. Porque empiezas a preguntarte cosas como: Para qué estoy haciendo todo esto? Por qué si soy más, se siente menos? Será que ya no me prende..?” La verdad es mas simple cuando la miras de frente: el fuego no se fue. Cambió de combustible.