Una reflexión: la importancia de aprender solfeo
A todo guitarrista que quiera tocar bien, disfrutar y despertar emociones en quien le escucha, el mejor consejo que puedo dar es que aprenda solfeo. Leer música y trasladarla a la guitarra ofrece una libertad enorme: puedes tocar lo que quieras, descubrir nuevos estilos y entender de verdad lo que sucede en cada nota. No dependes de tablaturas ni de sistemas simplificados, sino que accedes al lenguaje musical completo, con toda su riqueza rítmica y melódica. Esto vale para cualquier estilo, ya sea clásico, rock, jazz o flamenco. Además, para los guitarristas el solfeo no es especialmente difícil: solo se utiliza la clave de Sol, basta con comprender los compases, la duración de las notas y ubicar cada una en el diapasón. Y no exige mucha dedicación diaria: con unos minutos constantes, el progreso llega. Con estos conocimientos hay un avance real, una evolución continua como guitarrista y se evita la sensación de estancamiento. Eso sí, sin esperar resultados inmediatos: es un camino que se construye paso a paso. Es un trabajo de años. Y esto no significa que, si no sabéis solfeo, vayáis a tocar mal, pero sí es cierto que os veréis más limitados en vuestro crecimiento y en las obras a las que podréis acceder. En lo personal, me resulta muy gratificante que, cuando escucho una pieza que me gusta, basta con buscar la partitura para poder aprenderla —siempre dentro de lo adecuado a mi capacidad técnica— sin que nadie tenga que enseñármela. Y con paciencia, constancia, humildad y una buena técnica desde el principio, se alcanzan metas que parecían lejanas, se disfruta mucho más del proceso y se corrigen vicios que a la larga nos limitan: posiciones incorrectas que ahora pueden parecer más cómodas, pero que acabarán dificultando el acceso a piezas más exigentes.