Hay dos tipos de dolor: El que solo lastima… y el que te transforma. Tú eliges. No importa cuánto estudies, cuánto planees o cuánto te prepares, el dolor siempre llega. No hay forma de esquivarlo. Pero si estás dispuesto a atravesarlo con conciencia, entonces toca entregar el cuerpo y el alma a otro tipo de dolor: el dolor de la disciplina, el dolor de crecer, el dolor de aprender, el dolor de perdonar, y, sobre todo, el dolor de soltar.