Esta semana estoy transitando una gestión emocional potente. Vengo de meses de trabajo super intensos, entre terminar temporada de bodas, vender las del año que viene, y lanzar la comunidad, me he quedado a cero pilas.
Así que gracias a Dios estas últimas semanas estoy más tranquila. Y debería descansar no? Pues no del todo. Resulta que este momento más pausado me está poniendo un espejo delante y me he dado cuenta de que siento muchísima culpa por descansar.
Y es normal, baso muchísimo mi valor en mi productividad. Gracias al cielo, jamás en mis resultados. Y esa forma de ver la vida es la que me hace una emprendedora imparable, híper responsable, autosuficiente y también destinada a quemarme hasta consumirme jajajaja.
Así que puedo decir la pendatez de que mi mayor virtud es mi mayor defecto. Pero cuanto antes lo acepte y lo trabaja en mi favor, mejor. En esta etapa me está restando, y no pasa nada.
Así que he decidido tomarme mi tiempo libre como un quéhacer. Programarme mañanas para mi, aquí en Madrid, que no me hagan querer salir corriendo de esta ciudad. Por lo menos hasta que mi subconsciente aprenda que descansar es parte del trabajo, que sin descanso y aburrimiento no hay creatividad, y que no te curras una vida libre para luego no darte la libertad de vivirla.
El crecimiento no para y cada día tengo más claro que no sabemos nada, que todo es un aprendizaje. Y qué bonito es tener ganas de aprender 🤍✨