En estos días me he sentido como si hubiera entrado a ese cuarto interno donde uno guarda memorias, recuerdos, emociones y objetos del alma.Ese cuarto que a veces dejamos cerrado por años… hasta que algo o alguien nos invita a abrirlo.
Al entrar, me encontré con cosas que ya no me sirven y que por fin estoy listo para soltar.Pero también encontré esos recuerdos que, al tocarlos, despiertan una sonrisa que no sabía que aún vivía en mí.
Este proceso ha sido exactamente eso: ordenar, limpiar, soltar, recordar…y volver a mí con más claridad, más ligereza y más corazón.
A veces sanar es simplemente animarse a abrir esa puerta.Y descubrir que dentro de nosotros hay más luz de la que imaginamos.
Edwin Gil