Hoy te escribo, VIDA,
porque por fin aprendí a escucharte.
No en los días de ruido,
sino en los silencios donde el agua me hablaba sin palabras.
Durante mucho tiempo te busqué fuera,
en las metas, en los logros,
en los abrazos que no llegaban.
Y fuiste tú, en tu infinita paciencia,
quien me enseñó que estabas aquí, dentro,
esperando a que yo volviera al ORIGEN.
Hoy te miro con gratitud.
Por cada caída que me hizo más humana,
por cada ola que me arrastró hacia lo esencial,
por cada amanecer que me recordó que sigo viva.
He aprendido que no hay destino más hermoso
que aprender a fluir contigo,
sin resistencias, sin juicios,
solo siendo agua en movimiento.
Gracias por los encuentros que me regalaste,
por los adioses que me hicieron crecer,
por las señales que pusiste en mi camino,
y por recordarme que nada ocurre por casualidad.
Hoy te celebro, VIDA,
con todo lo que soy, con lo que ya no soy, y con lo que estoy aprendiendo a ser.
Sigo fluyendo contigo, ligera, luminosa y en paz.
Con amor,
Ana Aranda
💦Agua y VIDA💦